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Ruta del Práctico

Se puede ir desde Sevilla hasta Sanlúcar de Barrameda de una forma diferente, sin carreteras nacionales, casi sin pisar asfalto, y con la compañía del Río Grande (el Wady-al-Kabir de los omeyas). Por la Ruta del Práctico. Dicho camino ha sido utilizado en días pasados por el práctico del puerto para conducir los barcos desde la desembocadura del río hasta el puerto de Sevilla.

Camino del Práctico

Camino del Práctico. Al otro lado del Guadalquivir, Isla Mínima.

A la Carretera del Práctico se llega desde Coria del Río, una vez cruzado el Guadalquivir en barcaza, y luego el Guadaíra a través de un puente y dejando a la izquierda el Brazo del Este. Iremos pasando por terminos municipales tan andaluces como Coria del Río, La Puebla del Río, Utrera, Lebrija, Trebujena, Bonanza o Sanlúcar de Barrameda…

Camino del Práctico

Camino del Práctico. Vanvanautas en la barcaza de Coria del Río

La carretera transcurre paralela al río un buen puñado de kilómetros (más de 86 km). Transcurre en el límite entre la tierra y el agua, junto a ramblazos de fango. Desde ella podemos apreciar un paisaje rectilíneo cortado «a cuchillo», ahora verde, ahora azulino, con inmensos horizontes donde de vez en cuando aparece alguna venta o algún caserío solitario. Parece desértico, pero si te fijas bien, aparecen aquí y allá cigüeñas artríticas, vencejos titiriteros y correlimos hiperactivos.

Camino del Práctico

Camino del Práctico. Llanura verde-azulina

La infinita visión de las pistas que se prodigan como ramales laberínticos entre canales y arrozales, aumenta más la sensación de soledad. Pero precisamente ésta, la soledad, sea una de los encantos de este lugar. Así mismo, es hipnotizante el hecho de perder toda referencia, de desorientarte literalmente por la llanura de tierras de labor, caseríos solitarios e infraestructuras hidraúlicas que se repiten enmarañadamente a lo largo del camino. Las compuertas de los caños, con sus engranajes oxidados, te recuerdan que el hombre es en parte autor de ese paisaje.

El recorrido del río está plagado de tronchones. Son ingeniosas obras de protección y canalización de las aguas en los diferentes tramos de la ría, por la hinca de miles de troncos (salchichones) que conformaban pequeños diques de protección, con el fin de evitar la demolición natural de las riberas al encauzar sus corrientes.

Camino del Práctico
Camino del Práctico. Tronchones

Merece la pena perder la vista en los humedales donde se remansa el agua de las avenidas del río, en las balsas de limo y en los caños de agua que sobresalen aquí y allá. Pero también hay que fijarse en el propio camino, ya que mezcla pista (o carril como gustan decir por aquí) de tierra, con asfalto roto, caminos de cabras y bancos de arena… En ocasiones, los eucaliptos se ciernen sobre el trazado, creando un tunel natural por el que los viajeros son protejidos del sol propio de estas latitudes ibéricas.

Camino del Práctico

Camino del Práctico

Ya no pasan caballos ni carruajes por la Carretera del Práctico. Tampoco apenas pasan vehículos de motor, salvo los de los vecinos de las alquerías por aquí desperdigadas. Quizá veas a algún ciclistas aventurero, que se esfuerza en sortear los socavones y en cruzar las trampas de arena sin echar el pie a tierra. Y quizá a algún vanvanauta (mezcla de vanvanero y argonauta).

Camino del Práctico

Camino del Práctico

Según nos aproximamos al sur, el río comienza a convertirse en marítimo, casi oceánico; incluso podemos apreciar como deja señales de que se ha desbordado en anteriores ocasiones. Ya estamos cerca del mar, el omnipresente río Guadalquivir, nombrado por los fenicios “río Baits” (o “Betis”) y que los griegos llamaban “Tharsis”(o «Tartessos»), acabará en el Atlántico. Y esa mezcla de aguas creará la salobridad necesaria para que los camarones crezcan junto a las orillas de Sanlúcar. Y que esta localidad sea famosa, entre otras cosas, por sus tortillas de camarones….

Camino del Práctico

Camino del Práctico. Doñana desde Sanlúcar

Desde aquí se ven las barcazas faenando. A nuestro lado sobresalen del agua los palos del viejo embarcadero hincados en el barro, cubiertos de verdín y estéticamente muy llamativos. Al otro lado del río, el Parque Natural de Doñana.

Camino del Práctico

Camino del Práctico. Doñana

El Camino del Práctico: a occidente, el río y sus historias de navegación milenaria. Al oriente, marismas, arrozales y algodonales: llanura interminable. Hacia el sur, rectas de grata soledad.

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Algarve y Costa Vicentina (Portugal). Video

El litoral algarvio. La calle mayor N-125

«De Ayamonte hasta Faro, sin rumbo por el río, entre suspiros, una canción viene y va». Cano

Sagres y la costa Vicentina. La última frontera.

«Siempre es buena la libertad, hasta cuando vamos hacia lo desconocido». Saramago

El Algarve serrano y la vega oeste del Guadiana.

“Los viajes son los viajeros. Lo que vemos no es lo que vemos, sino lo que somos”. Pessoa

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Valles Occidentales Pirenaicos

Otra incursión en los Pirineos Aragoneses, y es que no nos cansamos de esta región. En este caso la zona de los Valles Occidentales Pirenáicos de Huesca. ¡Esos grandes desconocidos!, como me dice Julio. Estamos decididos a atacar el valle de Hecho y llegar hasta la Selva de Oza, y subir todo lo que nos permita legalmente la pista… ¡Cómo siempre: como cabras!

Desde el valle de Hecho, una vez pasado el pueblo de Siresa, un túnel nos introduce en la «boca del infierno», un espectacular congosto por donde el río Aragón – Subordán brinca asalvajado. ¡Una buena presentación!

Congosto de entrada a Selva de Oza

Boca del infierno (Congosto de entrada a Selva de Oza)

Una vez franqueado el desfiladero, nos encontramos inmersos en la Selva de Oza, rodeados de hayas, pinos silvestres, abetos y, al fondo, altas montañas con perfiles tallados por las nieves casi perpetuas; en una palabra, disfrutando…

Pero, ¡no te confíes, amigo!, que la vida del motociclista está llena de trampas. La cadena de la moto de Juantxi dice «basta» ante lo bacheado de la pista, decide cobrar vida propia y salirse del plato de transmisión. Menos mal que me encuentro rodeado de dos manitas técnicos, y, en lo que me cuesta sacar la camara para inmortalizar el momento, ya la han vuelto a poner su su sitio… ¡Cosas que pasan!… Mientras no se nos desajuste el kit de transmisión mental, vamos apañados… Que todo sea eso, y que Dios te pille confesado, y en un lugar con sombra (como nos ha ocurrido).

Selva de Oza

Selva de Oza

Tras solventar el problema técnico, llegamos a una pradera subalpina, entramos Valle de Estribiella y seguimos disfrutando de las espectaculares vistas de la Peña Forcá. El horizonte cerrado de montañas y bosques que nos había acompañado durante los últimos kilómetros, se abre de golpe en un impresionante plano por el que el río se desliza sinuoso y remansado en la zona de aguas tuertas. Rebaños de vacas, ovejas, y algún caballo suelto nos acompañan alrededor. Solo falta Heidi, aunque probablemente huiría asustada ante la presencia de los perroflaúticos que aparecen desde el fondo del valle (no la culpo, yo también lo haría). Llegamos al final de la pista, desde donde dicen que se puede llegar hasta el ibón de Estannés.

Zona de aguas tuertas en Selva de Oza

Valle de Estibiella, Macizo de Peña Forcá y Rincon de Alano

Nos volvemos a Siresa, y  mientras probamos una cerveza artesanal del Pirineo, contemplamos su monasterio, que sorprende por su tamaño en un lugar tan recóndito. Parece ser que dicha magnificiencia estuvo relacionada con la vía romana (que atravesaba la boca del Infierno) y que unía en tiempos antiguos Zaragoza con la zona del Béarn en Francia. En la tasca del pueblo los paisanos comentan como esta mañana habrá sido dura para alguno, a habida cuenta de como se encontraba ayer noche en la verbena de las fiesta patronales… 

Cambiamos de valle pirenaico y nos tiramos para Ansó, ya que tenemos una cita importante en la zona del Valle de Zuriza. Si pasas por aquí, amigo lector, te aconsejo que pares a comer en una borda, donde te ofrecen comida casera: destacando las migas, las legumbres, los guisos de carne, las chuletas a la brasa y los postres caseros.  En este caso nos decidimos por Borda Nadal, porque ya conociamos otras más al norte del valle. La casona con paredes como un castillo, repeliendo el calor exterior, aumentan las ganas de comer migas de pastor, nada aconsejables para los 30-35º a la sombra que nos acompañaban. Todo ello regado con zumos de la tierra…

No se si fue la siesta o la falta de ella, los cambios bruscos de temperatura o los duendes del bosque, pero algún motociclista nada más salir del restaurante, apreció en las aguas cristalinas del regato, unas sirenas o lamias. Yo no las ví, pero mis dos compañeros de ruta juraron que aquellas chiquillas que habian ido de excursión, andaban remojándose sin tapujos en el río. No me pregunten más, que debemos seguir camino.

Finalizando el día en el valle de Isaba

FInalizando el día en el valle de Isaba

Seguimos hacia el oeste, y nos adentramos en el valle de Isaba. El café nos lo tomanos en la Venta de Juan Pito, en pleno puerto de Belagua. Los caballos percherones como aduaneros baturales de estos lares se apostan en todo el ancho de la carretera, permitiéndonos pasar sin pagar tributo alguno.

Para rematar el día, solo nos queda bajar hacia la zona del pantano de Yesa, por la Foz de de Fago.

 

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Serranía de Cuenca y Alto Tajo

El sol de julio nos deshidrata camino de Albarracín –puerta de la sierra-, tras nuestras correrías por el Maestrazgo. Comenzamos una nueva aventura de baja cilindrada, pero antes tenemos que parar a recuperar líquidos. El páramo es una sartén, donde se sofríen aves descomunales, venidas de allende nuestras fronteras; bordeamos el aeropuerto de Teruel.

Nacedero del río Tajo

Nacedero del río Tajo

Volvemos a ponernos en marcha, mientras observamos que, de nuevo, los cielos quieren demostrarnos lo insignificantes que somos. Desde Cuenca, Sergio nos avisa que por allí, ya está descargando… Vamos muy lozanos, sin prisas, esperando a que las borrascas se diluyan y buscando aquí y allá pequeños desvíos desde nuestra camino principal, como el cañón de Calomarde. El viaje es también aprovechar los inconvenientes para vagabundear y descubrir pequeños rincones. Hay que aprovechar estos vagabundeos, porque al llegar al nacimiento del río Tajo, comienza a descargar y salimos zumbando de allí, bajando hacia Uña como alma que lleva el diablo.

Tormentón

Tormentón en la Serranía

Cuenca nos vuelve a recibir con los brazos abiertos, como Sergio e Isis y sus compañeros caninos. La familia ha crecido, y a Broto le acompaña Júcar, recién acogido en su casa, una vez algún gañan lo hubiera abandonado en los alrededores. Nos esperan un par de días de moto por la Serranía de Cuenca y el Alto Tajo, con sherpa local incluido.

Dominando la serranía de Cuenca

Dominando la serranía de Cuenca

Bien pronto por la mañana, comienza nuestra… (Bueno, cuando nos levantamos, que tampoco hace falta madrugar, que estamos de vacaciones…). Esta bien, pero enseguida nos ponemos en marcha rápidamente… (tampoco hace falta ponerse ¡ya! en ruta. Antes nos preparamos un desayuno de reinonas y jugueteamos un poco con Broto y Júcar…) Bueno, pero en cuanto desayunamos y solazamos con los perros, ya estamos montados en nuestras motos y … (bueno, hacemos un par de ajustes a las cadenas, y …) ¡Está bien, lo conseguimos! Después de levantarnos, desayunar como reinonas, solazar con Broto y Júcar, realizar algunos ajustes a las amotillos, nos pondemos en marcha…

En la hoz de Beteta y el Sumidero de Mata Asnos, nos acompañan las paredes de rocas formando figuras. En ellas, el agua derretida de las nieves ha ido dibujado con colores cenizas, ocres y amarillentos diferentes bocetos. Los pinos serranos ponen la nota verdosa en sus copas y cobriza en el suelo. Si a esto le acompañas un día azul cobalto, y que las carreteras son como la de Fuertescusa: toda una gozada…

Nos acercamos hacia la provincia de Guadalajara, para darnos cuanta de que no sólo de La Alcarria vive esta provincia. La carretera se convierte en un muro de camino hacia Poveda de la Sierra, pero las vanvinas nos trasladan a ritmo asnino: prudente, pero constante. Nos mezclamos con la sierra del Tremedal en la laguna de Taravilla, para contemplar sus aguas verdosas. Una pista que transcurre por estrechos callejones de riscos grises y anaranjados, recubierta entre los desplomes de pinos, sabinas y carrascas, nos acerca a Peralejos de las Truchas, donde Bruce Springsteen es hijo adoptivo de la localidad, ¡ahí es nada!

Camino de la Laguna de Taravilla

Camino de la Laguna de Taravilla

Pensamos que las carreteras siempre han estado ahí, pero en sus tiempos, por estos lugares el río era el principal medio de trasporte, sobre todo para los gancheros que bajan en balsas la madera desde estos lugares hasta la Comunidad de Madrid. Vamos bordeando los cauces de los ríos y con constantes subidas y bajadas; discurrimos por las parameras, donde el pino negro es el que domina el paisaje, tanto por motivos naturales, como económicos, ya que ha sido el que se ha explotado por aquellos rudos gancheros.

Quedamos con Mendo, en algún lugar de la serranía, ya otra vez en la provincia de Cuenca. Nos cuenta que está pensando en cambiar la RV por «otra». Tratamos de convencerlo, pero no sabemos si le habremos persuadido… A pesar del acoso, ejerce de guía, capitán y cicerone, para acercarnos a algún lugar recondito junto a la zona del «Hosquillo», un valle formado por el rio Escabas. El nombre de “Hosquillo” proviene de su orografía hosca y de difícil acceso, con lo cual, nos gusta. Nos enseña una torca, que son unos insólitos hundimientos naturales, muchas veces situados en medio del secreto de los pinares, y que a menudo contienen lagunas de aguas transparentes.

 

Atardecer en moto (¿qué mejor que éste?)

Atardecer en moto (¿qué mejor que éste?)

Volvemos hacia el sur, hacia la ciudad de Cuenca, pero no sin antes disfrutar de la zona de Las Majadas. Como su propio nombre indica, un lugar de refugio del pastor y su rebaños, en periodos de transhumancia, un lugar, por tanto, estupendo para vanvanear…

 

(Fíjate que me voy dando cuenta que en otros lugares que hemos vanvaneado estupendamente también había majadas, como la pista entre Cantalojas y Majaelrayo)

 

No hay carreterillas ni nada, por aquí… Merece una nueva visita, sin duda (a estas alturas, algunos ya nos han descubierto más caminillos, para perderse por el Alto Tajo). No nos queda más contemplar el atardecer sobre la zona de Cuenca, de nuevo en moto, ¿qué mejor que éste?

 

 

Atardece en la serranía de Cuenca

Atardece en la serranía de Cuenca

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Maestrazgo (1). Las tierras arrugadas

Entre páramos, barrancos, cárcavas y valles, me vienen a la memoria recuerdos de otros viajes. Un gigante ha arrugado un mapa por donde, dos vagabundos vamos empapándonos de estas tierras, en las que en su soledad está la magia. El Maestrazgo debe su nombre a los maestres de las órdenes militares del Temple y de San Juan que se repartieron su dominio en la Edad Media. Han sido tierras ricas, por tanto. Riquezas que ahora no se valoran.

Desde Teruel (otra vez inicio de ruta y de alegría de reencuentro con Juantxi) nos encaminamos a Cantavieja, capital administrativa del Maestrazgo aragonés. Antes nos acercamos a Valdelinares, pueblo mas alto de España. Comenzamos a darnos cuenta de la sobriedad del paisaje que nos acompañará en los próximos días: roquedos, pedregales y bosques conforman su estructura esencial.

Pino Escobón

Pino Escobón

Cerca de allí, no dejamos de ir a saludar al Pino Escobón, un ejemplar único en la comarca. Único y majestuoso… Misterios de la Naturaleza. Esa Naturaleza que por aquí no se anda con chiquitas; a pesar de estar rodando en julio, el cielo se muestra colérico, enojado y quiere caer, con rayos incluidos, sobre los pocos humanoides (motociclistas y ciclistas) que andamos por los barrancos entre Valdelinares y Cantavieja. Un paisano en Fortanete, no ha podido dejar de asomarse a su ventana a ver a dos botarates motorizados aparecer por los arrabales. Nos anima a seguir hacia Cantavieja, augurándonos que no nos mojaremos. El suelo es un desfile de riachuelos, pero nuestro particular hombre del tiempo acierta de pleno a pesar de que los cielos siguen brunos.

Una carretera tobogán nos conduce a Mirambel, un pueblo recogido en sí mismo. Una muralla a su alrededor parece proteger la atracción de sus callejuelas empedradas, como si no quisiera ser desenmascarada. Nos adentramos en sus rúas dignas de película y un cielo encapotado, gris plomo, pone una nota enigmática más a la escena.

Mirambel

Mirambel

Desde la última vez que pasamos por aquí, ha habido grandes arreglos en algunas carreteras. Este hecho quita el glamour de estar rodando por un lugar remoto e inexplorado. Supongo que los heroicos lugareños que habitan aquí, no opinen lo mismo que los aventureros de pacotilla que pasamos por estas tierras solo por afición.

Nuestro siguiente destino en el arrugado paisaje es Tronchón. Otra población típicamente de Maestrazgo: replegada sobre sí misma. Sólo los gatos, literalmente, salen a saludarnos y agradecemos la soledad y el silencio de sus callejuelas. Soledad y silencio que intentamos romper los mínimo posible con nuestras «amotillos».

Tronchón

Tronchón

Gato curioso

Gato curioso en Tronchón

Atravesamos las sierras, la mayor parte de las veces sorteando la accidentada orografía sembrada de profundos barrancos. Pasada la población de Villarluengo, encaramada a una pared, nos encaminanos hacia los Órganos de Montoro, un conjunto de estratos calcareos que conforman un espectacular farallón, y que asemejan a unos tubos de órgano de grandes proporciones, de ahí la denominación del lugar.

Órganos de Motoro (no del ministro)

Órganos de Motoro (no del ministro)

Rodeando barrancadas, con alguna masía perdida observándonos desde las lindes del camino, vamos encaminándonos hacia el norte. El embalse de Santolea, con sus aguas turquesas es una buena despedida al día. Finalmente desde Cuevas de Cañart, nos acercamos a Castellote, donde reposaremos nuestros maltratados traseros. Las carreteras bacheadas han hecho su trabajo de una manera concienzuda.

Embalse de Santolea (admirando las aguas turquesas)

Embalse de Santolea (admirando las aguas turquesas)

El Maestrazgo se ha mostrado por hoy seco, escarpado, rocoso, pero finalmente generoso con nosotros.

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