Cabo Higuer: el inicio de la transpirenaica si comienzas desde las orillas del Cantábrico. Un buen sitio para comenzar la jornada. El faro es pequeño, recoleto, humilde; pero la ruta que empiezan mis compañeros de ruta es grande, estupenda, emocionante; y en nuestras motos se convierte en aventura. En unos días estarán en la Playa de Cadaqués, después de haber pasado por tropecientos puertos de montaña, y haber salvado metros, metros y metros de desnivel…
Yo no puedo irme con ellos, no tengo tiempo (¡”mardito” tiempo!). Debería hacer caso al sabio: Tempus fugit!. Pero, aun con todo, puedo acompañarles una jornada motera alrededor del norte de Navarra y el sur del departamento francés de Pyrenees Atlantiques. Una vez bordeado el cauce del Bidasoa (frontera natural con Hendaya), nos adentramos a través del valle del mismo río hacia Navarra. Carreteras con aspecto cercano a caminos rurales asfaltados, nos hacen entrar en Francia, para de nuevo llegar a Zugarramurdi (Navarra). Desde allí disfrutamos del camino forestal que nos lleva hasta la zona de Bertiz, llegando finalmente al puerto de Otxondo. No se cuantas veces he rodado por aquí, y cada vez que paso me parece estar descubriendo una nueva carretera, vas cruzando de un valle a otro, y el panorama cambian según la hora del día o la estación del año.
Nos acercamos a comer a una de las ventas del Col de Izpegui. Como están en la muga (frontera), no se si son navarras o francesas, más bien parecen una mezcla de ambas. Lo curioso es ver en la tienda de estas ventas, como un revoltijo heterogéneo e internacional de souvenirs, muñecas flamencas junto con txapelas negras y rojas, quesos franceses “delicatessen”, y piezas de alfarería de Talavera de la Reina…
Tras la comida, estuve tentado de bajarme hacia Pamplona, ya que veníamos de hacer unos 300 km la jornada anterior, y mañana había que currar. En algunas ocasiones cuando salgo de ruta, tengo la impresión de que el viaje ha terminado antes de tiempo, y mi cabeza hace que tenga como único objetivo el llegar a casa. Sin embargo, en esta ocasión pudieron más las ganas y como dice el sabio “un buen viajero no tiene planes fijos, ni tampoco la intención de llegar«, continuamos ruta. Si me hubiera vuelto a casa, me hubiera arrepentido de veras.
Disfrutamos de los puertos de montaña de la parte más al Sur de la región de Aquitania: aparte del ya mencionado Col d´Ispéguy (672 m), llegamos a Saint-Jean-Pied-de-Port, y desde allí, a traves de la D301 y la D19, llegar a Larrau pasando por el Col d´Haltza (782 m), Col de Burdincurucheta (1.135 m), Col de Heguinchouri (1.284 m), Col de Bagargui (1.327 m) y los Chalets d´Iraty. La bajada hacia Larrau (520 m) deja un desnivel de unos 1.000 metros en unos 5-6 km… Pero aun nos quedaba volver hacia Navarra, y las montañas son frontera. El Col de Erroymendy (1.362 m) y el Port de Larrau (1.573), nos devuelven ya a España.
Toda una montaña rusa en apenas 100 km, en carreteritas bien asfaltadas, con sus pastos verdes, sus ganados vacunos y ovinos, su viento y su puesta de sol, bordeando el límite entre las nubes y la tierra. Y todo ello pilotando nuestras motos, ¿se puede pedir algo más? Desde luego si me hubiera largado a casa, me hubiera arrepentido…
Nos despedimos en Ochagabía, tomando una cerveza. Yo para Pamplona y los Pirenaicos hacia el este, hasta que no haya tierra, hasta llegar al mar. ¡”Mardito” tiempo!
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