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Algo de La Mancha

Desde la base de Cuenca, realizamos una pequeña incursión hasta Albacete, para visitar a otro vanvanero ilustre, el señor Aracos. Para dicho recorrido debemos atravesar la Mancha, ¡tan ancha! Y todo ello bajo la calorina del mes de julio; solo nos faltaban las antiaparras de soldador… De camino, atravesando estas tierras manchegas, nos coincidió con la celebración del patrón de los conductores.  Así, en Motilla del Palancar, pudimos disfrutar del café con porras viendo como había «manga ancha» para pegar bocinazos, llevar a la parienta y a toda la familia en el remolque del camión, permitir al niño conducir la cabeza tractora del furgón, etc…

Vistas de Álcal del Júcar

Vistas de Alcalá del Júcar

Es curioso, pero por aquí los relieves del terreno no se dan por elevación , sino por hundimiento; es todo plano y de repente se forma una hoz, por donde discurrirá nuestro camino. Así, desde Casas Ibañez, nos acercamos hasta Alcalá del Júcar,  sito en un gran promontorio sobre el Río Júcar. Sus casas se han ido ajustando a lo largo de los años a la forma del barranco, y está coronado por un castillo árabe.

Aquarius de Botijo vs Botijo de Aquarius

Aquarius de Botijo vs Botijo de Aquarius

Cerca de allí, hay una carreterilla, que me recordó mucho a la de las garganta del Dades, que nos llevó al restaurante donde degustamos de la cocina manchega, hablando de moto. Echamos de menos a algún componente más del grupo vanvanero manchego. (¡os vamos a poner una falta!). Pero también hay que tener en cuenta que era pleno julio, y hay que atender otras situaciones familiares, vacaciones, etc…

Hubieramos necesitado llevarnos un botijo a cuestas, porque , ¡madre mía, qué calor! En plena solarina, Aracos nos acerca al oasis del río Cabriel, frontera entre el reino manchego y el valenciano. Me gustó mucho esa carretera: de nuevo el relieve es inmersivo, la planicie se pliega en un derrumbamiento, para hacer el camino más revirado. Parece que el mapa manchego están arrugado por sus bordes…

Dragón solazándose en el río Júcar

Dragón solazándose en el río Cabriel

Nos despedimos en Los Isidros, ya que cada uno debe partir hacia diferentes puntos cardinales; Juantxi hacia el noreste, Aracos hacia el suroeste, y Sergio y yo hacia el nor- noroeste. Tomar dirección norte, es preludio de despedida… Pero antes disfrutaremos de la ruta de vuelta a través de la abandonada N-III, bordeando el embalse de Contreras, y buena puesta de sol mientras nos acercamos de nuevo a la serranía de Cuenca.

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Rumbo a Almería

Borrasca1

Si fuera aficionado al ajedrez, no habría estado mirando los pronósticos del tiempo durante semanas. Si fuera aficionado a los juegos de rol, no me estaría poniendo encima de la chupa el traje de agua antes de salir. Si fuera aficionado al póker, no hubiera utilizado el truco bizarro de los chicos de La Circunvalación: queda comprobado que lo mejor para el agua en las manos son unos guantes de cocina encima de los de moto.

Pero es lo que tiene la moto y salir de ruta larga en invierno. Vale, si; oficialmente comienzo la ruta el último día del invierno (20 marzo), pero el frente que cruzaría la península era un frente invernal, y yo debería pasar por debajo para llegar a Teruel y desde allí acercarnos lo más posible a Almería.

Aguacero, chaparrón, chubasco, precipitación, borrasca, tormenta, tempestad, tromba,…. lluvia. Desde las ocho de la mañana hasta las dos de la tarde: lluvia. Chaparrada,, temporal, tromba de agua, raudal, inundación… Lo mas divertido era cuando tronaban los camiones evacuando los charcos que había las roderas de la carretera entre Magallón y La Almunia de Doña Godina. Aquí llovía “de lado”. A pesar de todo, voy bastante bien protegido con el traje de lluvia, aunque esa maldita gotita que entra por la zona occipital y cuello, te hace sentirte tan mojado como la Carmen Maura en “Átame” , pero con unos cuantos grados centígrados menos en el ambiente… (Como 30 o 40 grados menos…)

Al parar a tomar algo caliente en La Almunia de Doña Godina, aparte de dejar un charco bajo mis pies, comprobar que los dedos pueden pasar del azul cobalto al rojo cárdeno en unos minutos, pude valorar en las miradas de los paisanos del bar, no se si fueron de admiración, de desconcierto o de ver un chiflado que con el aguacero que cae, vaya en moto. No dejaba de mirarlos de reojo mientras apuraba el café, no vaya a ser que llamaran al 112 pidiendo un ingreso psiquiátrico…

Por otra parte, señores expendedores de gasolineras, si ves que vengo como vengo (“empapao”, “calao”, “chipiao”, “chirriao”…) échame gasolina, cóbrame, y no, no me ofrezcas la última gran super mega tarjeta de la empresa de gasóleos, no me interesa habitualmente y menos en estas circunstancias; lo que necesito es salir de debajo de esta borrasca lo antes posible, ¡gracias!

Desde Teruel a Almansa, el sol fue apareciendo de entre las nubes. Fui notando como mi cuerpo se esponjaba al sol como un bizcocho. Esperaba que fuera la última vez que me lloviera en este viaje. ¡Ay, que equivocado estaba! Pero, si había logrado pasar por debajo de la madre de todas las borrascas, lo demás sería como txirimiri para un motero de Bilbao…

Ya me disculpará amable lector que no ponga ninguna foto de este día, porque estaba todo a buen recaudo en la bolsa con su protector de lluvia… Aunque la humedad se coló por todos los lados y al llegar a Almansa, tuve que sacar todo de la maleta para ponerlo al lado del radiador, como si fuera la foto de los decomisos realizados a un grupo motero radical por la policía.

Eso si, la RV ni se ha quejado un momento…

Nos vemos en el siguiente post.

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VANdalucía (5). Vuelta al Norte

Lagunas de Ruidera

 Desde los Cerros de Úbeda a la Sierra de Cuenca

Hoy volvemos al norte… Richard nos guía por las comarcas entre Granada y Jaén. En su momento, cuando revisas los mapas de la ruta, te imaginas como pueden ser los paisajes que se esconden en ellos. Pues bien, todo lo supuesto de esta zona es totalmente diferente a los que estoy viviendo. A un lado la Sierra de Mágina y al otro la de Cazorla, hacen de esta parte de la jornada una buena experiencia. Hacia el sur, se ven grupos de cumulonimbos, señal de que se avecinan las tormentas. Hemos tenido suerte y buen tiempo todos los días…

Existen los cerros de Úbeda -doy fe de ello-, y no me importaría escaparme por ellos un fin de semana sí, y otro también. Cuando te fijas, en medio de las lomas hay algún pastor; y si saludas recibes una respuesta, señal de que los coches no le interesan, pero si los locos de las motos… El gigante, esta vez, pinta con escuadra y cartabón las líneas verde grisáceas de los olivos en un lienzo de fondo ocre claro.

Richard se despide en Úbeda, y nosotros continuamos por la A-32, dirección Albacete. Una vez pasada la frontera entre Andalucía y Castilla La Mancha, desaparecen los olivos y el paisaje cambia. De los olivos al centeno y los alcornoques, de las serranías a la planicie. Intentamos acortar la ruta, para llegar al punto de encuentro con Sergio, que otra vez nos va a acoger en su casa. Un desvío mal señalizado, y al final nos equivocamos para recorrer lo que en el mapa Michelin está definida como una “carretera mal asfaltada”. La primera sorpresa, las señales. Y después una carretera con mal piso que poco a poco que se convierte en una pista pedregosa pero que nos conduce hasta finalmente hasta Albadalejo (Ciudad Real)

Señales

 

La Mancha

Desde aquí se acabaron las curvas. La Mancha: donde la belleza está es su propia austeridad, en su monotonía. Donde no hay distracción visual, pero esta circunstancia aumenta, a su vez, la imaginación del viajero. No es difícil figurarse que, sin estas llanuras, Don Quijote no podría haber existido. En esta tierra donde todo es camino, sin ninguna restricción a la fantasía, el caballero andante se sentiría en cómodo, feliz, sumamente contento… Vamos atravesando llanos, kilómetro a kilómetro. De Albadalejo a Montiel, y finalmente llegamos a Ossa de Montiel. Recorremos las Lagunas de Ruidera, el oasis en pleno campo manchego. Desde allí, otra vez hacia el Norte: La Mancha, tan ancha…

Castillo de Alarcón

Llegamos a Alarcón ya casi anocheciendo. A pesar del calor que hemos pasado hoy, Sergio nos avisa: “poneros todo la ropa de abrigo que tengáis”. No me imagino que vaya a haber un descenso tan brutal de las temperaturas, pero por si acaso, le obedezco, me pongo todos los forros. Esta vez no conduciremos al atardecer, sino más bien en plena noche. Una gran luna llena como un plato aparece por la línea plana del horizonte y nos acompañará un buen rato…

Entramos en Cuenca, con el moco colgando… En Alarcón, dudé en ponerme los guantes de invierno, pero no quería ser exagerado. Me hubieran hecho falta… Menos mal que hice caso a los lugareños… Seguimos la conversación de días pasados: nos reímos un buen rato. Las próximas rutas invaden nuestros pensamientos: ¿volver a África de nuevo?

El “modo return” y el día (del juicio) final

Como buen conocedor y sherpa de la zona, Sergio nos guía por la serranía de Cuenca, esta vez por el Puerto del Cubillo, bordeando los Montes Universales. Una pena estar en “modo return” y no disfrutar de la zona. Buenos paisajes, buenas carreteras y buen tiempo, pero cuando se presiente el final del viaje, entramos en el epílogo, y solo hay pensamientos para llegar a casa. Una pena. Hay que volver a Albarracín…

Me despido de Juantxi y de Sergio. Ya por la tarde me encamino dirección totalmente septentrional. Nada más enfilar la carretera nacional, vislumbro lo que me espera. Un viento norte castigador e inmisericorde me acompañará el resto de la jornada. Trescientos treinta y tres km contra el viento. Con la moto a tope y como máximo 80 km por hora… Por el retrovisor veo venir unas motos, les doy paso con aspavientos, hasta que me doy cuenta que se trata de la pareja de la Guardia Civil… Aminoran la velocidad al adelantarme en una recta descomunal, y continúan ruta. Más adelante, me los encontraría situado en el arcén, controlando a los viajeros, me hacen señales para que continúe, me saludan y se quedan observando la “amotillo” desde la distancia, según veo por los espejos.

En el valle del Ebro el viento arrecia de manera desalmada conmigo. Nos acercamos a una gran ciudad y hay más tráfico, sobre todo de camiones. Esta vez ellos pueden, y nosotros no; nos adelantan de manera despiadada. Ni siquiera podemos mantenernos a rebufo. Tengo que parar un poco para dejar descansar a Grisácea, que en ningún momento se ha quejado; más bien es la escusa para dar a mis posaderas algo de alivio. A la salida de La Almunia, un control; procedo a soplar en el alcoholímetro, y cero «points»… Mientras me coloco guantes, cascos, etc, se acerca un patrullero.

– ¿Es cómoda? – me pregunta por la moto.

– Por supuesto, lo único que hoy el viento no nos da tregua y con 12 caballos…

– ¿Hasta dónde vas?

– Hasta Pamplona; hoy vengo de Cuenca, pero hemos estado unos días en Almería.

-(Silencio y cara de sorpresa) Si vas por la carretera del desierto*, ten mucho cuidado con los camiones, van como locos…

– Muchas gracias, señor agente

– ¡Buen viaje!

*En Zaragoza apodan al tramo de 36 km entre La Almunia de Doña Godina y Magallón, como la “carretera del desierto”.

Bardenas Reales

Otro desierto en el viaje. No es el último. Me costará llegar a las Bardenas, pero gritando al viento dentro del casco (algo así como el Teniente Taylor), lo consigo. Aun me falta unos 100 km; me meto por todas las carreteras vecinales que encuentro para evitar la nacional, y ahorrarme la idea de que los coches se pongan a milímetros de la Dunlop.

De nuevo me pilla el atardecer, y allí enfrente se extienden la llanura del cielo granate y algo más abajo el inextricable laberinto de montañas de color azul. ¿Cuándo los volveremos a ver?

Atardece en el valle del río Arga

 

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VANdalucía 2015 (1). Del Norte al Sur

Suzuki Van Van en Desierto de Tabernas (Almería)

Se me metió en la cabeza hacer un viaje hasta Almería; durante el invierno fui maquinando las posibilidades: sierras, desierto y mar en unos kilómetros a la redonda. El lugar perfecto para vanvanear… Sin embargo, esta noche antes de partir, no consigo dormirme; me levanto y despliego el mapa Michelín número 734 (Nacional España y Portugal), -“¡joer que grande es!”-. Repaso toda la parte del mapa que tengo que recorrer hasta llegar desde Pamplona a Cabo de Gata. Vamos a tener tiempo de realizar la máxima que dice que: “lo bueno de viajar en una moto de baja cilindrada es que tienes tiempo para ir valorando el color del paisaje”.

Tras haber preparado toda la intendencia en la moto, “Grisácea” y yo cruzamos el valle del río Ebro, nos adentramos en las montañicas aragonesas, pasamos por La Almunia de Doña Godina, Cariñena, Épila, Daroca… disfrutando de carreteras solitarias, que no abandonadas. Se va haciendo la primavera según me voy acercando al sur: los colores van cambiando. La gran mayoría de los vehículos a motor se desplazan por las autovías, pero nosotros viajamos por la antigua nacional (N-234) para irnos dando cuenta que hacía bastante tiempo que no rodábamos; demasiado quizás. Hoy toca media Península en direción sur, y como si la gravedad actuase de arriba a abajo en el mapa, la RV se mantiene a ritmos estables, con una velocidad media de 90-100 km, adelantando a todos los camiones. Cuando el viento sopla de cola y la carretera pica ligeramente hacia abajo, no nos apercibimos claramente de ello. A la vuelta no será igual….

Cruzando el Río Tajo

Habíamos quedado con Juantxi en Molina de Aragón, pero que está en Castilla La Mancha. Llega con algo de retraso respecto a la sincronización de nuestros relojes. Un café de despedida más largo del previsto, en su Valencia natal, y una parada rutinaria en un control de la Guardia Civil tienen la culpa. Uno de ellos le dice a título informativo que los intercomunicadores todavía no están autorizados para su uso en general (solo autoescuelas y policías), pero que en la próxima legislación se pondrá en orden su reglamentación precisa. El acompañante del primer agente, se queda sorprendido cuando le pregunta a mi amigo hacia donde se dirige. “¡A Almería! ¡¿En una 125?!”…

Serranía de Cuenca

Tras la parada de la autoridad, unos abrazos y unas vituallas en Molina, para recordar viejos tiempos… A la tarde, otra media jornada motera por la Sierra de Cuenca, ya conocida de otras ocasiones , pero no por ello menos disfrutada… El nacimiento del Río Cuervo, en plena Serranía es un buen sitio para hacer una pausa. Nos espera Hombre Cansado un poco más al sur de la Sierra, nos lo encontramos en el Embalse de La Toba. Esta noche acogerán en su casa a dos friki-vanvers. Como es normal, después de la cena y antes de irnos a dormir, arreglamos la situación económico, política y social, tanto nacional como internacional un par de veces, nada más. Nos reimos mucho, eso si…

Nacimiento del Río Cuervo

Al día siguiente, un día espléndido (pero helador) amanece en Cuenca. Hombre Cansado, como fiel escudero, nos acompaña hasta la frontera con Albacete. De nuevo en la carretera, esta vez la otra media Península que nos queda. Es sencillo: si de Pamplona a Tabernas hay unos 1.000 km y ayer hicimos la mitad del camino, hoy nos quedarán unos 500. Nos toca Castilla la Mancha; la toponimia de La Mancha, tiene diferentes teorías, pero una de ellas se explica que procede de la palabra árabe «mányà», que se ha traducido como «alta planicie», «lugar elevado» y «meseta”. Así mismo, Albacete en su nombre arábigo es “Al-basath”, que viene a significar “La Llanura”. Si realmente es así, los dos son merecedores de su nombre. Es agradable durante un rato de nuestra travesía, ver una sola línea en el horizonte que separa el cielo azul luminoso, de la tierra verde centeno brillante, con alguna oscura encina despistada haciendo malabarismos en la cuerda floja.

Llegamos a Hellín, la patria chica de otro amigo vanvanero. Un mensaje de WhatsApp y Aracos deja a su familia en la mesa, para venirse a tomar un café con nosotros. Unas risas, y nos aconseja bajar por la zona del Embalse del Cenajo, para que veamos que en Albacete también hay carreteras con curvas, ¡muchas curvas y muy bonicas!

Embalse del Cenajo (Albacete)

Queremos llegar al mar y además, que nos pille atardeciendo junto a la costa de Almería. Pero aún nos queda atravesar Murcia por Caravaca de La Cruz y Lorca, hasta llegar la costa. Un atasco en Lorca (estamos en Semana Santa), no haber previsto bien los kilómetros a cubrir, y se nos hace de noche por el camino. Desistimos de vanvanear al lado del litoral y decidimos ir directamente a Tabernas desde San Juan de los Terreros. Planificamos todas las posibilidades para no perdernosen la noche, sin fijarnos que debemos llenar los depósitos. Juantxi que va delante con el GPS no se da cuenta de ello, y en la primera gasolinera que vemos abierta (son la 21:30 horas) le pego una pitada de impresión. En la segunda, de nuevo el ruido estridente de la bocina; me paro, aunque mi compañero no se da cuenta. El mozo de la gasolinera sale espantado preguntándome si me ocurre algo. Mientras le explico lo sucedido y me alaba la fortaleza glútea de llegar desde el Norte en nuestras pequeñas monturas, aparece Juantxi. Una vez repostados, nos despedimos del chico, que nos desea unas buenas rutas por la zona, y en conducción totalmente nocturna, llegamos al Hotel en Tabernas para reunirnos con nuestros compañeros de ruta desértica, venidos desde Sevilla y Madrid.

Nos vemos en el siguiente post…

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