Foto Van Van (Col du Tourmalet)

¡Qué buenos recuerdos!

Suzuki Van Van coronando el Col du Tourmalet

Suzuki Van Van coronando el Col du Tourmalet

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Ruta del Mimbre y Castillos

Si te planteas bien las rutas, la vuelta a casa puede ser una delicia. Para salir de Cuenca, Sergio me guía por una carreterilla que me servirá para no entrar en la autovía. Me dispongo a regresar a casa, y no quiero añadir más cosas tristes a la jornada. Una vez me despido de Sergio, descubro que La Alcarria también se extiende por Cuenca. La comarca hace honor a su nombre, que parece que proviene del árabe andalusí –alQuaryat-, y significa pequeñas casas de labor, y que en algunos casos, aún están presentes en la toponimia de la comarca (Cañamares, La Frontera, Cañizares). Los pueblicos van apareciendo lentamente, como si no quisieran que nos despidamos de estas tierras.

Ruta del Mimbre (Cuenca)

Ruta del Mimbre (Cuenca)

Me sorprenden alrededor unas figuras que, por su forma cónica, me recuerdan a los tipis de las tribus nómadas amerindias. Enfrentado al ocre de los pastos, su color grana es un faro para los curiosos… Me acerco a comprobar, sin embargo, que son haces de varas que se van secando al sol, una vez que se habían lavado en pozos, y que en su tiempo se convertirán en mimbre.

Seguimos ruta por la carretera que atraviesa el desfiladero que horada el río Escabas pegada a las altas paredes calizas, moteadas por la vegetación, hasta el túnel de Monsaete. Entre Cañamares y Cañizares la tierra vuelve a recobrar esos destellos rojizos propios del mimbre.

Ruta del Mimbre

Ruta del Mimbre (Cañamares. Cuenca)

Poco a poco, casi sin darte cuenta, la ruta se va convirtiendo en un vericueto que transcurre entre pinos y encinas. Va subiendo en ocasiones plácidamente, pero en otras con toda la fuerza de la sierra. En Taravilla, una pared digna de las mejores etapas de ciclismo, me despide de la provincia de Cuenca, para adentrarme en la planicie esteparia de Guadalajara.

Castillo de Molina de Aragón

Castillo de Molina de Aragón

Molina de Aragón se vislumbra en el horizonte. Desde aquí, persiste la soledad de la ruta, solo rota por algún tractor que trasiega en la carretera entre un campo de cultivo y otro…

Entre Molina de Aragón y Daroca transcurre una planicie donde la «amotillo» puede ir haciendo carreras con las sombras de las nubes y el melón de su piloto tener recuerdos de otros viajes. No hay nadie, pero «nadie-nadie» alrededor, pero de repente, te sorprende alguna fortaleza desde la visera del casco.

Me viene la sensación de que estos días de moto son interrumpidos de repente por cortes publicitarios (muy largos, demasiado largos) de la vida normal…

Castillo de Embid

Castillo de Embid

 

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Algo de La Mancha

Desde la base de Cuenca, realizamos una pequeña incursión hasta Albacete, para visitar a otro vanvanero ilustre, el señor Aracos. Para dicho recorrido debemos atravesar la Mancha, ¡tan ancha! Y todo ello bajo la calorina del mes de julio; solo nos faltaban las antiaparras de soldador… De camino, atravesando estas tierras manchegas, nos coincidió con la celebración del patrón de los conductores.  Así, en Motilla del Palancar, pudimos disfrutar del café con porras viendo como había «manga ancha» para pegar bocinazos, llevar a la parienta y a toda la familia en el remolque del camión, permitir al niño conducir la cabeza tractora del furgón, etc…

Vistas de Álcal del Júcar

Vistas de Alcalá del Júcar

Es curioso, pero por aquí los relieves del terreno no se dan por elevación , sino por hundimiento; es todo plano y de repente se forma una hoz, por donde discurrirá nuestro camino. Así, desde Casas Ibañez, nos acercamos hasta Alcalá del Júcar,  sito en un gran promontorio sobre el Río Júcar. Sus casas se han ido ajustando a lo largo de los años a la forma del barranco, y está coronado por un castillo árabe.

Aquarius de Botijo vs Botijo de Aquarius

Aquarius de Botijo vs Botijo de Aquarius

Cerca de allí, hay una carreterilla, que me recordó mucho a la de las garganta del Dades, que nos llevó al restaurante donde degustamos de la cocina manchega, hablando de moto. Echamos de menos a algún componente más del grupo vanvanero manchego. (¡os vamos a poner una falta!). Pero también hay que tener en cuenta que era pleno julio, y hay que atender otras situaciones familiares, vacaciones, etc…

Hubieramos necesitado llevarnos un botijo a cuestas, porque , ¡madre mía, qué calor! En plena solarina, Aracos nos acerca al oasis del río Cabriel, frontera entre el reino manchego y el valenciano. Me gustó mucho esa carretera: de nuevo el relieve es inmersivo, la planicie se pliega en un derrumbamiento, para hacer el camino más revirado. Parece que el mapa manchego están arrugado por sus bordes…

Dragón solazándose en el río Júcar

Dragón solazándose en el río Cabriel

Nos despedimos en Los Isidros, ya que cada uno debe partir hacia diferentes puntos cardinales; Juantxi hacia el noreste, Aracos hacia el suroeste, y Sergio y yo hacia el nor- noroeste. Tomar dirección norte, es preludio de despedida… Pero antes disfrutaremos de la ruta de vuelta a través de la abandonada N-III, bordeando el embalse de Contreras, y buena puesta de sol mientras nos acercamos de nuevo a la serranía de Cuenca.

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Serranía de Cuenca y Alto Tajo

El sol de julio nos deshidrata camino de Albarracín –puerta de la sierra-, tras nuestras correrías por el Maestrazgo. Comenzamos una nueva aventura de baja cilindrada, pero antes tenemos que parar a recuperar líquidos. El páramo es una sartén, donde se sofríen aves descomunales, venidas de allende nuestras fronteras; bordeamos el aeropuerto de Teruel.

Nacedero del río Tajo

Nacedero del río Tajo

Volvemos a ponernos en marcha, mientras observamos que, de nuevo, los cielos quieren demostrarnos lo insignificantes que somos. Desde Cuenca, Sergio nos avisa que por allí, ya está descargando… Vamos muy lozanos, sin prisas, esperando a que las borrascas se diluyan y buscando aquí y allá pequeños desvíos desde nuestra camino principal, como el cañón de Calomarde. El viaje es también aprovechar los inconvenientes para vagabundear y descubrir pequeños rincones. Hay que aprovechar estos vagabundeos, porque al llegar al nacimiento del río Tajo, comienza a descargar y salimos zumbando de allí, bajando hacia Uña como alma que lleva el diablo.

Tormentón

Tormentón en la Serranía

Cuenca nos vuelve a recibir con los brazos abiertos, como Sergio e Isis y sus compañeros caninos. La familia ha crecido, y a Broto le acompaña Júcar, recién acogido en su casa, una vez algún gañan lo hubiera abandonado en los alrededores. Nos esperan un par de días de moto por la Serranía de Cuenca y el Alto Tajo, con sherpa local incluido.

Dominando la serranía de Cuenca

Dominando la serranía de Cuenca

Bien pronto por la mañana, comienza nuestra… (Bueno, cuando nos levantamos, que tampoco hace falta madrugar, que estamos de vacaciones…). Esta bien, pero enseguida nos ponemos en marcha rápidamente… (tampoco hace falta ponerse ¡ya! en ruta. Antes nos preparamos un desayuno de reinonas y jugueteamos un poco con Broto y Júcar…) Bueno, pero en cuanto desayunamos y solazamos con los perros, ya estamos montados en nuestras motos y … (bueno, hacemos un par de ajustes a las cadenas, y …) ¡Está bien, lo conseguimos! Después de levantarnos, desayunar como reinonas, solazar con Broto y Júcar, realizar algunos ajustes a las amotillos, nos pondemos en marcha…

En la hoz de Beteta y el Sumidero de Mata Asnos, nos acompañan las paredes de rocas formando figuras. En ellas, el agua derretida de las nieves ha ido dibujado con colores cenizas, ocres y amarillentos diferentes bocetos. Los pinos serranos ponen la nota verdosa en sus copas y cobriza en el suelo. Si a esto le acompañas un día azul cobalto, y que las carreteras son como la de Fuertescusa: toda una gozada…

Nos acercamos hacia la provincia de Guadalajara, para darnos cuanta de que no sólo de La Alcarria vive esta provincia. La carretera se convierte en un muro de camino hacia Poveda de la Sierra, pero las vanvinas nos trasladan a ritmo asnino: prudente, pero constante. Nos mezclamos con la sierra del Tremedal en la laguna de Taravilla, para contemplar sus aguas verdosas. Una pista que transcurre por estrechos callejones de riscos grises y anaranjados, recubierta entre los desplomes de pinos, sabinas y carrascas, nos acerca a Peralejos de las Truchas, donde Bruce Springsteen es hijo adoptivo de la localidad, ¡ahí es nada!

Camino de la Laguna de Taravilla

Camino de la Laguna de Taravilla

Pensamos que las carreteras siempre han estado ahí, pero en sus tiempos, por estos lugares el río era el principal medio de trasporte, sobre todo para los gancheros que bajan en balsas la madera desde estos lugares hasta la Comunidad de Madrid. Vamos bordeando los cauces de los ríos y con constantes subidas y bajadas; discurrimos por las parameras, donde el pino negro es el que domina el paisaje, tanto por motivos naturales, como económicos, ya que ha sido el que se ha explotado por aquellos rudos gancheros.

Quedamos con Mendo, en algún lugar de la serranía, ya otra vez en la provincia de Cuenca. Nos cuenta que está pensando en cambiar la RV por «otra». Tratamos de convencerlo, pero no sabemos si le habremos persuadido… A pesar del acoso, ejerce de guía, capitán y cicerone, para acercarnos a algún lugar recondito junto a la zona del «Hosquillo», un valle formado por el rio Escabas. El nombre de “Hosquillo” proviene de su orografía hosca y de difícil acceso, con lo cual, nos gusta. Nos enseña una torca, que son unos insólitos hundimientos naturales, muchas veces situados en medio del secreto de los pinares, y que a menudo contienen lagunas de aguas transparentes.

 

Atardecer en moto (¿qué mejor que éste?)

Atardecer en moto (¿qué mejor que éste?)

Volvemos hacia el sur, hacia la ciudad de Cuenca, pero no sin antes disfrutar de la zona de Las Majadas. Como su propio nombre indica, un lugar de refugio del pastor y su rebaños, en periodos de transhumancia, un lugar, por tanto, estupendo para vanvanear…

 

(Fíjate que me voy dando cuenta que en otros lugares que hemos vanvaneado estupendamente también había majadas, como la pista entre Cantalojas y Majaelrayo)

 

No hay carreterillas ni nada, por aquí… Merece una nueva visita, sin duda (a estas alturas, algunos ya nos han descubierto más caminillos, para perderse por el Alto Tajo). No nos queda más contemplar el atardecer sobre la zona de Cuenca, de nuevo en moto, ¿qué mejor que éste?

 

 

Atardece en la serranía de Cuenca

Atardece en la serranía de Cuenca

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Maestrazgo (3). A la conquista de Gúdar y Javalambre

Debemos despedirnos de estos lugares y encaminarnos hacia tierras mesetarias. Pero no nos van a dejar marchar sin dejarnos indiferentes. Partiendo de Mosqueruela debemos atravesar la Sierra de Javalambre, con aspecto sosegado desde la lejanía, pero con entusiasmadas escarpaduras en su interior.

Vamos acercándonos a la sierra por carreteras flanqueadas de masadas y fincas situadas en los costados benignos de la sierra, donde, en estos días de julio, rivalizan el yermo estival y la cosecha.

Viaducto de Albentosa (antigua vía del tren)

Viaducto de Albentosa (antigua vía del tren)

Pasamos junto al viaducto de Albentosa, rémora de una antigua vía del tren minero que unía Teruel con el mar. Desde Manzanera nos internaremos a través de un camino encerrado entre pinos a conquistar el Pico de Javalambre . Previamente decidimos parar en una aldea del camino a reposar nuestros traseros e hidratar nuestras gargantas. Paramos a preguntar a un aldeano, que nos mira con sorna al preguntarle por una tasca… ¿Un bar? ¿Aquí?… ¡Si solo somos cuatro gatos…! Tras echarse unas risas con los majaderos motorizados, nos indica que o volvemos hacia Manzanera o si no, deberemos buscar una venta una vez cruzada la serranía… Nos guía convenientemente para hacer esto último.

La carretera va convirtiéndose en camino asfaltado y posteriormente en pista pedregosa, donde veremos algún gato montés y se nos echarán encima (literalmente) un grupo de cabras montesas o corzos, no habiendo que lamentar desgracias personales más allá del canguelo correspondiente.

Subiendo a Javalambre

Subiendo a Javalambre

Una vez en la cima, las praderas peladas de arboledas dejan ver más allá. Poniendo la vista hacia el Maestrazgo, barrunto que estos días atrás hemos realizado una visita al corazón de algo recóndito y misterioso.
Suzuki Van Van Grisácea en Pico de Javalambre

Suzuki Van Van Grisácea en Pico de Javalambre (al fondo el Maestrazgo)

Bajamos al otro lado de la sierra por unas hermosos páramos de alta montaña, salpicados aquí y allá de matorrales bajos. Más abajo nos encontramos cubiertos, de nuevo, de pinares y en los fondos de los valles, chopos  y vegetación alrededor de los sedientos cauces veraniegos.

Caemos en Camarena de la Sierra, como lo harían los secuaces de un grupo de bandidaje serrano: sedientos, hambrientos y algo parcos en palabras. Venimos de la solitaria compañía del Maestrazgo y la sierra y caemos a la cruda realidad. Una imitadora de los colaboradores especiales de los programas de corazón de nuestra querida telebasura, se empeña a voz en cuello a que nos enteremos de todos los entresijos de su vida familiar y del resto de sus amistades y conocidos. Nos dió la comida, ¡si, señora! El ruido como violencia de baja intensidad. Solo la aparición de ¡el chatarrero, oiga!, hace que la voceras deba moderar sus decibelios y (¡por fin!) se vaya a su casa; eso y que tenía que preparar la comida a sus sufridos herederos, que lo dejó alto y claro antes de permitirnos disfrutar de las proclamas celestiales del camión de los electrodomésticos usados, a pesar de las advertencias de los lugareños de la existencia de un punto limpio en los alrededores…

Pico Javalambre (2.020 metros)

Pico de Javalambre (2.020 metros)

Desde Camarena, nos dirigimos a Teruel atravesando pueblicos rojizos como los acantilados de su alrededor. Se cierra así el círculo y en cuatro días hemos pasado por las calcinadas estepas aragonesas, los fríos páramos turolenses y las altas tierras del Maestrazgo.

De camino a Albarracín y bajo la solana de media tarde, me da tiempo a vislumbrar que el viaje por estas tierras tiene más de viaje a interior, al margen de visitar célebres y abarrotados pueblos, repletos de turistas con la cámara al hombro.

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